LEER
Los malvados huyen sin que nadie los persiga, pero los justos están confiados como un león.
REFLEXIÓN
En la presencia de Dios no tenemos por qué temer. Sin embargo, luchamos por librarnos de la ansiedad paralizante ante posibles amenazas o juicios severos. En lugar de caminar con valentía, nos aislamos y nos escondemos en jaulas que nosotros mismos creamos. Cuando la vida parece incontrolable, nos olvidamos de Aquel que tiene el control. Recuerde, el Rey de reyes nos corona de justicia. Debido a su amor sacrificatorio y fiel, somos hechos nuevos, capaces de caminar con valentía en nuestra nueva identidad a través de Cristo.
ORACIÓN
Dios, me acobardo rápidamente. Huyo de todo lo que amenace mi comodidad o mi ego. Esta actitud me ha impedido servir a tu pueblo con todo el corazón, difundir tu Evangelio y exaltar tu nombre. Que mi confianza se encuentre en ti y solo en ti, Señor. Humilla mi corazón. Recuérdame que soy débil y que te necesito. Levanta mi cabeza. Recuérdame que soy amado y fortalecido por ti. Amén.