Día 16 – Jeremías 18:1-6

LEER

Esta es la palabra que vino a Jeremías de parte del Señor: 2 «Ve a casa del alfarero, y allí te daré mi mensaje.» 3 Entonces descendí a la casa del alfarero, y lo vi trabajando en la rueda. 4 Pero la olla de barro que estaba formando se echó a perder en sus manos; entonces el alfarero la formó en otra olla, y la moldeó como mejor le pareció. 5 Entonces vino a mí la palabra del Señor, 6 y me dijo: «¿No puedo yo hacer contigo, Israel, lo mismo que hace este alfarero? —declara el Señor—. Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, Israel. 

5 Entonces vino a mí la palabra del Señor, 6 y me dijo: «¿No puedo yo hacer contigo, Israel, lo mismo que hace este alfarero? —declara el Señor—. Como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, Israel. 

REFLEXIÓN

Primero, Jeremías obedeció al Señor, sin cuestionar ni quejarse. Luego, a través de su obediencia, Dios le reveló una verdad increíble. Jeremías observó cómo el alfarero podía transformar el barro que no cooperaba en una nueva vasija. De la misma manera, Dios puede transformar nuestros corazones obstinados para bien. Al igual que el barro, podemos objetar o deliberadamente no alinearnos a los caminos superiores de Dios. Aun así, gracias a la gracia infinita de nuestro Salvador, nunca somos irredimibles. 

ORACIÓN

Dios, gracias por amarme incluso cuando no logro amarte con todo el corazón ni amar a mi prójimo como a mí mismo. Solo en ti he encontrado misericordia y esperanza. Te entrego mi vida, mi corazón, mi voluntad –todo lo que compone mi pequeño montón de barro–. Permite que tu Espíritu comience a hablarme incluso ahora. Tengo los oídos listos para escuchar y los ojos abiertos para ver. Amén. 

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