LEER
25 En aquel tiempo, Jesús dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las revelaste a los pequeños. 26 Sí, Padre, porque esto es lo que te agradó hacer. 27 »Todo me ha sido encomendado por mi Padre. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28 Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30 Porque mi yugo es suave y ligera mi carga.
28 Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os haré descansar. 29 Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. 30 Porque mi yugo es suave y ligera mi carga.
REFLEXIÓN
Los niños pequeños dependen de sus padres para vivir vidas saludables y alegres. Jesús describe la relación entre nosotros y nuestro Padre celestial de la misma manera. Misericordiosamente, Dios ha puesto a disposición de todos los que creen en él, el conocimiento de sí mismo a través de su hijo Jesús. Cuando nos acercamos al Padre en debilidad, recibimos descanso. Cambiamos nuestra carga por la carga liviana de Cristo, aprendiendo de su ejemplo y creciendo a su semejanza.
ORACIÓN
Gracias, Señor, por ser un padre amable, humilde y bueno. Aunque mis padres pueden haber fallado, tú nunca fallas. Mi orgullo me ha impedido acercarme a tu trono con admiración y asombro como los de un niño. Me comprometo a crecer en adoración y gratitud por la gracia salvadora que nos diste a través de tu hijo. Amén.